lunes, 7 de mayo de 2012

Poemas del mundo I


Los amordazados despiertan
Sobre la hierba húmeda
Los despojados ruedan
 La tierra como un excedente,
El vacío se extiende sin resistencia
En sus ojos secos
Titilando nos apagamos
Y desaparecemos todo el tiempo
La hoja en blanco
Avanza en nuestros corazones
Mientras la ciudad,
La desmesurada colmena
Bosteza una marcha fúnebre
Que todo el día se prolonga en estertores de máquina
Y en ruido de sellos y de tarjetas de crédito y de mantras bursátiles
Entonados con la boca del ano del capitalismo local
Y ese inmenso pedo
Rueda sobre el país
Aplastando los cuerpos y las mejores
Mentes de mí mutilada generación
La espuma no tarda en rodear las bellas bocas rojas
Infladas de calor y rotas de sed de esta querida patria
Encerrada
 En su propio cuarto de ropa sucia
Abrasada al inodoro con la barba untada en mierda
Vociferando por la garganta
Eso que nuestra desalojada mente regurgita como una
Mala digestión de los últimos cuarenta años,
Y entonces
Cada generación se queda atragantada
Como un témpano atravesado en ese esfínter delirante,
Cada día y con jubilo acudimos a preparar
La más grande liturgia, activados
Por ese culto negro,
 Ese gran maleficio
Que maquinalmente se reproduce en cada delicada
Y culta y occidental y globalizada
Aggiornada mente del país
 Para destruirnos
Y para estar preparados, si así lo requiere
El sagrado y desmesurado
Eructo de patria colonizada,
Y ritmando con nuestros alborotados cuerpos
Bajamos y subimos las apretadas avenidas envueltos en humo,
Preparamos cada época la más grande de las sublimaciones
La aniquilación totalizada y practicada religiosamente.

El mecanismo ya rueda, los engranajes están en su lugar
La lubricada guillotina parte el húmedo aire
Zumba o resbala y se desploma sobre el corazón del país
Y el estertor atraviesa cada retorcida
Carcasa ensimismada, cada pobre cuerpo
Quebrado sobre el cartón y el asfalto
Y los bellos rostros se estimulan y babean al sol
Bajo los fulgores pálidos de los carteles luminosos
Buscando elevarse en la noche cosmopolita
 Fluctuando con desgano y desapego y afectación
Las mesas de un restaurante
O volcados sobre una mesa sucia
Sosteniendo una mueca, conteniendo la nausea
El mareo interminable, la arcada ontológica
Que sube hasta la boca de los profesores
De comercio internacional
Que apesta el aliento de los relaciones públicas
Que anega las aulas de sociología y de informática
Que se derrama por las paredes de los hoteles
Que flota sobre la bosta de la sociedad rural
De las librerías atestadas de muertos
Las confiterías paquetas y carcomidas de musgo
Para formar una sólida pared o dique espeso
En la comisura del labio del comunicador masivo
De los sacros dadores del sentido de las cosas
Los formadores de lívida espuma sustanciosa
Con las manos ávidas de tocarlo todo, de retener
Las inquietas riendas, la fluctuante visibilidad
De flotar en esa intemperie acerada y mórbida.
Los bellos rostros se erotizan por múltiples conductos
Entre fluctuantes y veloces encadenamientos
Se acercan a lamer la perlada llaga
El esplendido reflujo de la miseria
Y los misteriosos encadenamientos de la derrota

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