Tengo del
ausente la voz como el salto de un gato sobre una cabellera que se incendia. De
mis hermanas he decidido salvar a la sonámbula que corre detrás del viento,
detrás del silencio, detrás del fuego blanco que en las noches desciende hasta
mi lengua para llevarme tras los pasos de la que corre, la que siempre en otro
sitio que no es este, abre puertas y ventanas y canta.
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